En la fiesta de Las Guerras Cántabras, se creó el personaje de la sacerdotisa Silenia como puente de unión entre lo divino y lo terrenal. Igualmente, es fuente de profecías sobre la guerra que está en ciernes.
Los rituales de adivinación y augurios debieron ser frecuentes el mundo cántabro, recayendo a veces en las figuras de sacerdotes o druidas pero también en mujeres, sobre todo en el ámbito familiar.
Silenia lleva un característico peinado citado por Estrabón (III, 4, 17) refiriéndose a las mujeres del norte peninsular: “Otras, finalmente, se colocan sobre su cabeza una especie de columnilla, de aproximadamente un pie de altura, en torno a la cual entrelazan sus cabellos que después cubren con un velo negro”. También porta un característico delantal que aparece en una figurilla femenina hallada en Numancia con símbolos solares y un collar de placas y cuentas de pasta vítrea.