OCTAVIO AUGUSTO

Andrés Gutiérrez Viaña

Emperador Cayo Julio César Octaviano (63 antes de Cristo – 14 después de Cristo). Primer emperador romano. Pese a la imagen que se tiene de él era una persona de baja estatura (según Suetonio medía unos 1,65 metros) y de complexión delicada. Era de cabellos rubios y rizados, de tez blanca y orejas levemente despegadas.

Tras salir victorioso de la guerra civil tras la batalla de Actium en el 31 a.C.,  el senado le otorgó los títulos de Augusto y Emperador (Imperator Caesar Augustus); además de repetir como primer cónsul por cuarta vez consecutiva.

Las Guerras Astur-Cántabras supusieron para Augusto una reafirmación de su poder. Los problemas con los cántabros y astures habían supuesto una espina a su gestión pues tras varias campañas previas realizadas contra ellos por los legados Statilio Tauro (29 a.C.), Calvisio Sabino (28 a.C.) y Sexto Apuleyo (27 a.C.) que no habían conseguido doblegarlos. Tras confirmarse su mando sobre el ejército y conseguida la financiación suficiente para la guerra, el emperador abre las puertas del templo de Jano para que el tránsito de la guerra le sea propicia.

Lo que parecía iba a ser un paseo triunfal se convirtió en un infierno para el flamante y victorioso emperador ya que los cántabros evitaban los enfrentamientos a campo abierto y practicaban el desgaste mediante la guerra de guerrillas. Una plaga de ratas, epidemias y la falta de suministros desmoralizó a las tropas. Al inicio de la campaña del 25 a.C., Augusto estaba aquejado de una grave enfermedad hepática y la caída de un rayo junto a su litera durante una marcha nocturna, le obligaron a retirarse a Tarraco para reponerse, dejando al mando a Cayo Antistio.

En el invierno del 25-24 a.C. recibió las noticias de la conquista de Cantabria por parte de sus legados. Regresó a Cantabria y obligó a los cántabros a abandonar sus fortificaciones, les obligó a entregar rehenes y esclavizó a los prisioneros. En el campamento principal (Segisamo) ordenó a los jóvenes tribunos Marcelo y Tiberio (futuro emperador) organizar unos festejos para celebrar la victoria.

A comienzos del año 24 a.C. regresó a Roma, donde ordenó cerrar las puertas del templo de Jano y organizar festejos, pero rechazó celebrar el triunfo que le ofrecía el Senado, aunque regaló a cada romano 400 sestercios para celebrar la victoria.