Marco Vipsanio Agripa

Tras las sucesivas victorias de los romanos en Cantabria, el pueblo indígena reanudaba actos levantiscos, en rebelión contra Roma. En el 19 antes de Cristo, Augusto decide enviar a su mejor general: Marco Vipsanio Agripa. Su trayectoria estaba plagada de éxitos de guerra: Sometió a los Aquitanos en el 38 a.C., fue segundo en cruzar victorioso el Rin, almirante vencedor de las batallas navales de Mylae y Nauloco contra Sexto Pompeyo en el 36 a.C., y fue el  principal estratega de la batalla naval de Actium en el 31 a.C. que elevó a la victoria a Octaviano y supuso la derrota final sobre Marco Antonio. Agrippa empleó toda la brutalidad posible contra los cántabros, realizó un auténtico genocidio: exterminó a todos los enemigos en edad militar, realizó deportaciones y mutilaciones en masa; a los restantes les quitó las armas, arrasó sus fortificaciones y les obligó a vivir en el llano.

Al llegar a Roma no aceptó el triunfo, a pesar de que se le había decretado por mandato de Augusto. Si aceptó la imposición de la corona muralis, condecoración en forma de corona que asemeja a las murallas almenadas de un castillo de oro, otorgada por haber asaltado las murallas de una fortificación.

También recuperó el águila perdida, probablemente por la Legio I, y la depositó en el templo de Marte Vengador (Mars Ultor).

Agrippa era amigo de Octavio y de Mecenas desde la infancia. Fue nombrado heredero de Augusto. Pero Agrippa murió antes que el emperador en el año 12 antes de Cristo.

José Ángel Ruiz Echave